A Dora sólo le bastó una mirada para comprender que había encontrado al hombre que la haría infeliz el resto de su vida…
Dora custodiaba las oficinas de su patrón cuando un hombre tan altanero como atractivo intentó ingresar al edificio sin registrarse en la recepción. Al pedirle su identificación, él la ignoró y siguió de largo hacia los ascensores. Fue entonces cuando Dora lo inmovilizó y encañonó, sin saber que se trataba de Juan, el hijo de doña Antonia Urdaneta, dueña de la empresa, y hermano de Alejandro, quien regresaba del extranjero para ocupar la vicepresidencia. Dora quiso morirse cuando lo supo.
Alejandro, ante la desesperación de no poder controlar a sus hijas todo el tiempo, decide contratar alguien que se haga cargo de la seguridad de su hogar. Dora es informada por su jefe de la oportunidad que se le puede presentar al trabajar como guardaespaldas en la casa de Alejandro Urdaneta.
Después de un tiempo, ella consigue la confianza del hermano mayor de Juan y se hace cargo de la seguridad de las hijas, además de ser invitada al matrimonio de Camila, cuestión que a muchos de los Urdaneta no convence de a mucho, pero Juan cada vez que la ve más se interesa por la mujer, mientras que soporta los celos de Ana María y le confiesa a Ricardo que Dora es todo un reto para él.
Un problema de grandes dimensiones afecta a doña Antonia quien es comunicada por Arturo de la quiebra de la revista, ya que se declaran en bancarrota o se ponen en manos de quien compre la revista y asuma la deuda. Juan sabe que si doña Antonia acepta la propuesta de Ana para salvarlos de la quiebra se vería más comprometido con ella.
Cuando Dora comenzó su patrullaje por las noches en las oficinas de la empresa, descubrió en una de ellas a don Juan, trabajando horas extra. Él la invitó a tomarse un café y a hacerle compañía unos minutos. Aburrido de sus mujeres perfectas, desde el día en que la conoció Juan quiso tener una “aventura popular”, y esa fantasía era “Dora, la celadora”.
Dora custodiaba las oficinas de su patrón cuando un hombre tan altanero como atractivo intentó ingresar al edificio sin registrarse en la recepción. Al pedirle su identificación, él la ignoró y siguió de largo hacia los ascensores. Fue entonces cuando Dora lo inmovilizó y encañonó, sin saber que se trataba de Juan, el hijo de doña Antonia Urdaneta, dueña de la empresa, y hermano de Alejandro, quien regresaba del extranjero para ocupar la vicepresidencia. Dora quiso morirse cuando lo supo.
Alejandro, ante la desesperación de no poder controlar a sus hijas todo el tiempo, decide contratar alguien que se haga cargo de la seguridad de su hogar. Dora es informada por su jefe de la oportunidad que se le puede presentar al trabajar como guardaespaldas en la casa de Alejandro Urdaneta.
Después de un tiempo, ella consigue la confianza del hermano mayor de Juan y se hace cargo de la seguridad de las hijas, además de ser invitada al matrimonio de Camila, cuestión que a muchos de los Urdaneta no convence de a mucho, pero Juan cada vez que la ve más se interesa por la mujer, mientras que soporta los celos de Ana María y le confiesa a Ricardo que Dora es todo un reto para él.
Un problema de grandes dimensiones afecta a doña Antonia quien es comunicada por Arturo de la quiebra de la revista, ya que se declaran en bancarrota o se ponen en manos de quien compre la revista y asuma la deuda. Juan sabe que si doña Antonia acepta la propuesta de Ana para salvarlos de la quiebra se vería más comprometido con ella.
Cuando Dora comenzó su patrullaje por las noches en las oficinas de la empresa, descubrió en una de ellas a don Juan, trabajando horas extra. Él la invitó a tomarse un café y a hacerle compañía unos minutos. Aburrido de sus mujeres perfectas, desde el día en que la conoció Juan quiso tener una “aventura popular”, y esa fantasía era “Dora, la celadora”.
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